Las varices, esas venas inflamadas que pueden ser de color morado o azul oscuro, y que aparecen principalmente en las piernas, son una preocupación común para millones de personas en todo el mundo. Si bien a menudo se perciben como un problema estético, van mucho más allá. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud las define como “dilataciones de las venas que con frecuencia son tortuosas” y es que pueden acarrear riesgos de salud significativos, siendo el sangrado uno de los más preocupantes.
¿Qué son las varices y por qué sangran?
Las varices son el resultado de la incapacidad de las válvulas venosas para mantener un flujo sanguíneo unidireccional adecuado. Esto lleva a una acumulación de sangre en las venas, lo que provoca su dilatación y deformación. Aunque las varices pueden ser inofensivas en muchos casos, su ruptura puede desencadenar sangrados graves.
El riesgo de sangrado en las varices está asociado principalmente con dos condiciones: la fragilidad de las paredes venosas y la presión venosa elevada. Las paredes de las varices se vuelven más delgadas y débiles con el tiempo, lo que aumenta la probabilidad de ruptura. Además, cuando la presión dentro de las venas aumenta, ya sea debido a la obesidad, el embarazo, la falta de movimiento o la genética, se ejerce una tensión adicional sobre las paredes venosas, lo que aumenta el riesgo de sangrado.
Síntomas y signos de alerta
Antes de que ocurra un sangrado, las varices pueden presentar síntomas como dolor, pesadez, hinchazón o calambres en las piernas. Es fundamental prestar atención a estos signos de alerta, ya que pueden indicar un mayor riesgo de complicaciones. Además, las varices pueden volverse más prominentes y visibles, lo que indica un deterioro progresivo de la condición.
Prevención y tratamiento
La prevención implica abordar tanto los factores de riesgo como los síntomas latentes. Los cambios en el estilo de vida, como el ejercicio regular, el mantenimiento de un peso saludable y el evitar estar de pie o sentado durante largos períodos, pueden reducir la presión sobre las venas y mejorar la circulación sanguínea.
Para aquellos con varices avanzadas o sintomáticas, existen opciones de tratamiento disponibles. Estos incluyen procedimientos mínimamente invasivos, como la escleroterapia y la ablación por radiofrecuencia o láser, que pueden cerrar las venas afectadas y mejorar los síntomas. En casos más graves, la cirugía puede ser necesaria para extirpar las venas dañadas y reducir el riesgo de complicaciones.
Conclusiones
El riesgo de sangrado en las varices es un desafío médico significativo que requiere una atención cuidadosa y una intervención oportuna. Si bien las varices pueden parecer simplemente un problema estético, ignorar los síntomas ocultos y los factores de riesgo puede tener consecuencias graves para la salud. Es fundamental que los pacientes comprendan la importancia de la prevención y busquen atención médica adecuada para abordar esta condición de manera efectiva.